sábado, 1 de mayo de 2010

Vamos a reactivar el blog...

Voy a subir este texto que me gustó muchisimo porque no escribi lo que al profesor o a la gente le gustaría leer sino lo que pienso acerca del fenómeno del supuesto giro a la izquierda en sudamérica, espero que lo lean y obviamente las sugerencias, comentarios y discusiones son más que bienvenidas!!!
Saludos a todos desde méxico y más revolucionaria que nunca!!!


El giro a la izquierda en Sudamérica:

¿Verdadera lucha contra la desigualdad o la cumbre del gatopardismo?

Estoy de acuerdo con Calderón que “América Latina vive un momento de crisis, inflexión y cambio político, en el cual las relaciones entre institucionalidad y equidad son fundamentales para la gobernabilidad democrática futura”. (2008:121) Sin embargo, es necesario analizar más a fondo el proceso político generado con el agotamiento y la crisis del modelo neoliberal en la región.

En el presente trabajo, partimos del supuesto que las políticas neoliberales han fracasado, los resultados del fracaso son visibles en cada uno de los países que siguieron las directrices del consenso de Washington; la pobreza ha crecido, el empleo ha disminuido, y la región continúa con los índices de desigualdad más altos del mundo.

En este escenario, la población ha decidido mayoritariamente darle su apoyo a partidos y movimientos políticos que al menos discursivamente se presentan dentro del espectro ideológico de la izquierda o del progresismo.

Ahora bien, como no se puede dar por sentado esta idea así nomás en el ensayo intentaré analizar algunas de las dimensiones que en mi opinión caracterizan a la izquierda para poder, al menos, tener una idea clara sobre si los gobiernos que se dicen progresistas en América del Sur realmente están produciendo un cambio socio político profundo con su gestión o si simplemente es pura retórica para maquillar su funcionalidad al sistema capitalista en estos momentos de crisis.

No queremos entrar al debate acerca del reformismo o la radicalidad de cada uno de los gobiernos o los presidentes porque esto nos lleva a un callejón sin salida en las clasificaciones maniqueas entre izquierdas buenas y malas. Para superar estas discusiones hay que considerar las diferentes dimensiones que nos llevan a catalogar un movimiento político y social como de izquierda analizando los procesos sociales y políticos más allá de los liderazgos que los conducen. A partir del análisis de estas dimensiones nos interesa remarcar si los mismos pueden ser catalogados como gobiernos de izquierda que privilegian al campo popular o si simplemente se dicen llamar de izquierda pero sus principales políticas están beneficiando a las élites dominantes de siempre.

¿Qué es la izquierda? intentos de una definición

Para comenzar me pregunto cuáles son los rasgos que definirían a un régimen político particular como de izquierda. La categoría izquierda no es un término unívoco ni inmutable, por esta razón, resulta dificultoso plantear una definición. Haciendo estas salvedades y con la finalidad de poder continuar con el análisis definiremos a un movimiento político como de izquierda si al menos tiene en cuenta los siguientes puntos (Broesner, 2005:101-102): 1. Identificación con las clases trabajadoras y populares y procuración de representación de sus intereses en una lucha contra los grupos dominantes. 2. Compromiso con la democracia liberal como creadora de los valores de solidaridad, igualdad y libertad. 3. Propuesta de ampliar la democracia del ámbito meramente político y formal al de las relaciones económicas, sociales y culturales, para que sean regidas por los intereses históricos de las mayorías. 4. El internacionalismo y la solidaridad entre pueblos en la lucha por su emancipación nacional y social, creencia en la igualdad y hermandad de etnias y culturas y en la posibilidad de una futura democracia universal. 5. Compromiso con el nacionalismo antiimperialista. 6. Lucha contra el autoritarismo.

Para analizar si es posible incluir a los gobiernos sudamericanos que han sido catalogados como de izquierda a partir de estos criterios, analizaremos en un primer momento el contexto de surgimiento de los mismos y su política económica, en segundo lugar su compromiso con la democracia, en tercer lugar intentaremos mostrar la identificación con los intereses de las clases populares a partir del análisis de la política social de estos gobiernos y por último indagaremos acerca de la dimensión internacional de estos gobiernos para dar cuenta del antiimperialismo así como de la forma de inserción a la economía mundial.

El “giro a la izquierda en Sudamérica: ¿fin del neoliberalismo?

Parece ser evidente que el cambio en el perfil ideológico de los gobiernos en América Latina tiene que ver, como bien advierte Castañeda (2006:30), con que las reformas económicas, sociales y políticas implementadas desde los ’80 no han cumplido sus promesas. Aunque coincidimos en este diagnóstico no estamos de acuerdo con el autor en el hecho de que haya que presentar a los movimientos de izquierda de manera polarizada y maniquea entre los buenos y los malos, además como mostraremos en este ensayo quizá haya poco de izquierda en aquellos gobiernos que serían catalogados por Castañeda de izquierda moderna.

Las políticas y las reformas estructurales aplicadas en los 80 y 90 no dieron los resultados esperados, como nos deja ver Paramio

a partir de 1998, bajo el impacto de dos choques externos –la crisis asiática y la bancarrota rusa– el dinamismo que había caracterizado a las economías de América Latina en los primeros años de la década del 90 –con la excepción de las consecuencias del «efecto tequila» en México, Argentina y Uruguay en 1995– dio paso a un cierto estancamiento. Aunque en 2000 la región alcanzó 3,8% de crecimiento y recuperó el resultado de 1996, la tónica general en el cambio de siglo fue la de un «lustro perdido», en expresión del entonces secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), José Antonio Ocampo. (2006:63)

A raíz de esto se hizo necesario en la región un cambio de rumbo, así fue percibido por la mayoría de la población que ya sea por medio de movilizaciones masivas y conflictos sociales importantes o por medio de elecciones y de transiciones más ordenadas dieron su apoyo a partidos políticos que proponían un cambio político con respecto al neoliberalismo.

Sin embargo, en términos de política económica es poco el cambio que podemos ver en la mayoría de los gobiernos del giro a la izquierda. Salvo por el incipiente cambio en cuanto a la nacionalización de recursos naturales y al impulso de la economía social en Bolivia los demás países de la región no se han alejado demasiado de la ortodoxia económica de sus antecesores.

En todos los países de la región la economía de mercado es la regla, eso sí distanciándose del neoliberlismo ya que ahora el Estado regresa como actor principal en la regulación de las fallas del mercado. Podemos decir que estos gobiernos y movimientos políticos han abandonado la revolución a favor de la regulación. Un ejemplo de esta situación ha sido el gobierno del Frente Amplio uruguayo, al respecto afirma Arocena

en plena campaña electoral, encabezando las encuestas pero sin tener asegurada la mayoría absoluta, Vázquez anunció que su ministro de Economía sería Danilo Astori, político destacado cuyas posiciones moderadas habían sido minoritarias durante muchos años en el FA y que era visto por el empresariado y las IFIs como garantía de una cierta continuidad. A su vez, Vázquez fue eliminando de su discurso, gradual pero sistemáticamente, sus planteamientos más «estadocéntricos» y sus afirmaciones más polémicas, eficaces para convocar a la militancia pero que ponían en riesgo el voto centrista (2005:152)

Lo mismo podemos ver en el gobierno petista de Brasil donde la política económica tiene como objetivo central la estabilidad macroeconómica, la autonomía del banco central, el control de la inflación y el crecimiento económico, los pilares de la escuela de Chicago.

A pesar de la opinión de Castañeda (2006:41) en contra de la nacionalización de los recursos naturales en términos macroeconómicos creemos que esta es una de las políticas más positivas que han tomado algunos de los países de América del Sur y quizá la forma de diferenciar a los gobiernos de izquierda en la región, aquellos que tienen en la mira un modelo alternativo de desarrollo (Bolivia y Ecuador, también Venezuela) han ido por la senda de la nacionalización, aquellos que solo matizan en el discurso su oposición al modelo neoliberal han dejado los recursos naturales en manos del mercado y en la mayoría (Argentina, Chile, Perú y Brasil en menor medida por su inversión en el sector industrial) han profundizado el modelo extrativista exportador dejando los recursos estratégicos en manos de empresas trasnacionales que se convierten en verdaderas economías de enclave, dejando a los países cada vez más sumidos en la pobreza y convertidos en los basureros de los países desarrollados.

El sistema político de los gobiernos progresistas ¿democracia, populismo o autoritarismo?

A decir de Reygadas (2007:10) un elemento decisivo para que los nuevos gobiernos de izquierda hagan una diferencia es su compromiso con la democracia, si es sustantivo o meramente instrumental, si promueven o no mecanismos de democracia participativa, transparencia y rendición de cuentas o reproducen formas de populismo, corporativismo y clientelismo. Y al igual que con la política macroecómica el panorama es ambiguo ya que encontramos gobiernos como el Uruguayo, el brasileño o el chileno que son respetuosos de la democracia formal pero en otros lugares, muchas veces para poder torcer las oposiciones a estos regímenes de gobierno las acciones rozan la ilegalidad.

Ahora bien, resulta interesante analizar algunas figuras que han sido incorporadas en las nuevas constituciones de Bolivia y Venezuela que apuntan a socializar la democracia, a hacerla más participativa como son los mecanismos de democracia directa (referéndum, consultas populares y la iniciativa popular). Además de la novedosa figura del referéndum revocatorio el cual aumenta la accountability y la rendición de cuentas de los gobernantes así como coadyuva a aminorar los problemas de la falta de responsabilidad de los gobernantes para con los gobernados. En términos de la ampliación de la democracia formal, un proceso que habrá que seguir muy de cerca será la elección popular de miembros del poder judicial en Bolivia.

Como venimos diciendo estos procesos de ampliación y consolidación democrática no son lineales ni unívocos en toda la región ya que conviven con métodos de acción política autoritarios como son el cierre de canales y medios de comunicación opositores y de hostigamiento y persecución de líderes opositores como ocurre en Venezuela o el gobierno por decreto como en Argentina lo que conlleva a una concentración del poder en líderes carismáticos que ya más que populistas son gobiernos cuasi autoritarios o que se acercan a la categoría del Autoritarismo Competitivo. (Levitsky y Way, 2004:159-176)

Así mismo en la mayoría de los gobiernos (excepto el gobierno de Morales en Bolivia) no vemos la intención de ampliación de la democracia a otras esferas ya que por ejemplo las reformas de flexibilización laboral no se han derogado lo que atenta con la democratización en los lugares de trabajo.

En definitiva, como bien advierte Reygadas, a la hora de evaluar las tendencias democráticas de los nuevos gobiernos de izquierda

el dilema estriba en si éstas formas de conducción política darán paso a una normalidad democrática, con instituciones y reglas claras, dotadas de contrapesos y mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, o se convertirán en regímenes autoritarios. Mientras que Bolivia parece seguir el primer camino, la evolución reciente de Venezuela y Ecuador parece ir en el sentido de un autoritarismo creciente que restringe los derechos democráticos. (2007:11)

Incluso hay autores que van más allá con la crítica acerca de la imposibilidad de construcción de un modelo democrático desde estos regímenes de izquierda fundamentalmente porque no se ha constituido un lazo entre las luchas y movimientos sociales y los partidos políticos para colocar estas luchas dentro de un marco institucional democrático (Touraine, 2006:46-55) Ejemplo de esta situación es la constante desvinculación de los movimientos sociales que en un principio apoyaron los gobiernos de la nueva izquierda en América Latina. Por ejemplo, el no apoyo de los zapatistas al candidato de izquierda en México, el apoyo inicial y posterior retiro del mismo del MST al gobierno de Lula, la división que se produce en el movimiento piquetero argentino en torno al gobierno kirchnerista, entre otros. Ahora bien, es destacable el papel importante que ha tenido el MAS en Bolivia para incorporar a los movimientos sociales al proceso democrático incluso en la representación de los mismos durante la reforma constitucional.

La lucha contra la desigualdad: ¿hay cambio en las políticas sociales?

Otro de los criterios para poder catalogar a un gobierno de izquierda es su compromiso con los intereses de las clases populares y por lo tanto su compromiso con la igualdad, es por este motivo que resulta interesante ver que están haciendo los gobiernos sudamericanos en materia de lucha contra la desigualdad y de políticas sociales igualitarias.

Aunque ha habido algunos avances en la lucha contra la desigualdad si uno analiza la política social de los gobiernos de izquierda no son muy diferentes de la de los antecesores neoliberales ya que, las mismas siguen dependiendo fundamentalmente de transferencias monetarias condicionadas a los sectores de menores ingresos. Este tipo de política social es proclive al clientelismo y asistencialismo y además no contribuye a aminorar otro tipo de desigualdades además de la de ingreso, como es la desigualdad de género o de acceso al conocimiento.

Son muy pocos los intentos que se han llevado a cabo en la región para ampliar los derechos económicos, sociales y culturales y poco se habla ya del universalismo de la política social. Un ejemplo interesante han sido las políticas de alfabetización y de salud implementadas en Venezuela y Bolivia siguiendo el modelo cubano así como la asignación por hijo implementada recientemente en Argentina.

Según Reygadas (2007) los principales problemas de la política social de los gobiernos del giro a la izquierda son: la dependencia de la ampliación de la política social del ingreso petrolero y de los precios de commodities, principales ingresos de los gobiernos de la región, su escasa apuesta por el universalismo lo que vuelve las políticas sociales de los gobiernos de izquierda proclives al asistencialismo y clientelismo. La focalización de las mismas en el combate a la pobreza y no en la lucha contra la desigualdad y la no extensión de la política social hacia el combate de desigualdades más allá de la desigualdad del ingreso, por ejemplo no se han pensado políticas de redistribución de tierras, incluso este ha sido uno de los cuestionamientos principales a la gestión de Morales por parte de los movimientos campesinos e indígenas que han acompañado el proyecto boliviano y que llevaron a Evo morales al poder. Reygadas (2007) va incluso más allá en este tema y destaca como un problema de la política social de la izquierda el no atacar nuevas formas de desigualdad que caracterizan a la economía de servicios y la sociedad del conocimiento (por ejemplo las desigualdades educativas, la desigualdad en el empleo, la brecha digital y el acceso diferencial a los recursos financieros).

Las relaciones con los EEUU y los centros de poder: el bolivarianismo y la integración latinoamerica

En cuanto al criterio del compromiso con un nacionalismo antiimperialista y la no injerencia de los EEUU en América Latina creemos que es el punto en el que hay más acuerdo en la región. Vemos que la mayoría de los países de América del Sur han abandonado las “relaciones carnales” como se definían en la Argentina de los 90 con los EEUU, y han intentado desarrollar una vía de integración a la economía mundial privilegiando el regionalismo abierto. Dándole énfasis a la UNASUR con la creación del Banco del Sur, el impulso a un mecanismo de integración basado en la solidaridad y no en los rendimientos económicos como es la ALBA y en los últimos meses dando forma a una iniciativa de integración latinoamericana que a diferencia de la OEA no tenga participación del gobierno de EEUU.

Incluso países que han sido más cercanos al gobierno norteamericano y que incluso han celebrado tratados de libre comercio como Chile han mantenido posiciones al menos distantes de este país por ejemplo al pronunciarse en contra de la invasión estadounidense a Irak en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Ahora bien, en el vocabulario clásico de la izquierda marxista, antiimperialismo significaba también oposición al capitalismo, ya que el imperialismo era la fase superior del capitalismo pero como bien lo refleja Arditi, citando a Claudio Lomnitz “los cambios en la posición de América Latina en la economía internacional han llevado hoy a concebir el “antiimperialismo menos como anti capitalismo que como una política de reconfiguración de bloques regionales” (Lomnitz, 2006 citado en Arditi, 2009:233). Como ya hemos mencionado ninguno de los gobiernos de izquierda en Sudamérica ha sido capaz de dejar de lado la economía de mercado capitalista.

Conclusión: la cumbre del gatopardismo

Afirma Castañeda que “los mejores ejemplos de la reconstrucción de la izquierda radical pueden encontrarse en Chile, Uruguay y haciendo un poquito de extensión, Brasil. Esta izquierda enfatiza la política social pero junto a un marco más o menos ortodoxo de mercado”. (Castañeda, 2006:35) Luego del análisis que hemos realizado nos preguntamos ¿es esto realmente un movimiento de izquierda o simplemente son partidos ubicados en el centro del espectro político con algún acercamiento hacia una ideología socialdemócrata al estilo europeo pero que no trascienden la política liberal?

Haciendo una relectura de los puntos desarrollados hasta aquí, en primer lugar, afirmamos que no es posible ser de izquierda y seguir comprometidos con la política de mercado intentando pura y exclusivamente hacer un poquito mejor la vida de los de abajo, de los jodidos de siempre.

Es imposible negar que el progresismo sudamericano (no me atrevo ya a llamarlos gobiernos de izquierda) es hijo del neoliberalismo y está marcado por la impronta del capital financiero y por el poder de las empresas multinacionales de las que no pueden prescindir y mucho menos “regular”, por lo tanto no se nota una reconfiguración de las fuerzas políticas en favor de las mayorías, la cúspide del poder la siguen compartiendo la élite política con los dueños del capital aunque ahora en manos de una incipiente burguesía nacional coligada con los dirigentes sindicales como ocurre en Argentina.

Hace pocos días al relatar la asunción del nuevo presidente uruguayo José “El Pepe” Mujica un periodista afirmaba que en realidad en estos momentos de crisis global del capitalismo nada mejor para lavarse la cara que impulsar gobiernos de aquellos que siempre lo han combatido. Aunque no queremos caer en reduccionismos ya que como se ha venido mostrando hay procesos de cambio social y político muy interesantes impulsados por estos gobiernos, creo que en alguna medida esta ola de gobiernos y discursos progresistas que no profundizan los cambios sociales no hacen más que ser funcionales a un sistema que siempre dejará desamparado al campo popular. En definitiva acordamos con Touraine que “desde hace veinte años, se habla en todas partes de la necesidad de dar prioridad a la lucha contra las desigualdades” sin embargo, “en términos generales, esa lucha no se ha producido o, en todo caso, no ha alcanzado sus objetivos. (Touraine, 2006:52-53)

En este sentido es que quiero concluir este trabajo dejando claro que sólo un compromiso con una política democrática radical y con trasformaciones sociales más profundas nos permitirá luchar contra la desigualdad, de lo contrario, como afirma Caparrós “estos intentos de maquillar la crueldad de un sistema con polvos de izquierdita no son más que una cumbre del gatopardismo”. (Caparrós, 2009)

Bibliografía

Arditi, Benjamin (2009) "El giro a la izquierda en América Latina: ¿una política post-liberal?", Ciências Sociais Unisinos, vol. 45, num. 3, setembro/decembro, pp. 232-246, en www.unisinos.br/publicacoes_cientificas/images/.../art06_arditi.pdf.

Arocena, Rodrigo (2005) "Uruguay en la nueva ola de las izquierdas latinoamericanas", Revista Nueva Sociedad, num. 197, mayo/junio, pp. 146-158, en http://www.nuso.org/revista.php?n=197.

Boersner, Demetrio (2005) "Gobiernos de izquierda en América Latina: tendencias y experiencias", Revista Nueva Sociedad, num. 197, mayo/junio, pp. 100-113, en http://www.nuso.org/revista.php?n=197.

Calderón, Fernando (2008) "Una inflexión histórica. Cambio político y situación socioinstitucional en América Latina", Revista de la CEPAL, num. 96, diciembre, pp. 121-134.

Caparrós, Martín (2009) “La peor astilla”, Diario Crítica, 04 de marzo de 2010, Sección: OPINIÓN disponibre en http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=38663.

Castañeda, Jorge (2006) "Latin America´s Left Turn", Foreing Affairs, vol. 85, num. 3, may - june, pp. 28-43.

Levitsky, Steven y Way, Luncan (2004) "Elecciones sin democracia. El surgimiento del autoritarismo competitivo", Estudios Políticos, num. 24, enero-junio, Medellín, Colombia, pp. 159-176, en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/colombia/iep/24/8%20autoritarismo%20competitivo.pdf

Paramio, Ludolfo (2006) "Giro a la izquierda y regreso del populismo", Nueva Sociedad, num. 205, septiembre-octubre, pp. 63-74.

Reygadas, Luis (2007) "Entre el asistencialismo revolucionario y la socialdemocracia moderna: las políticas sociales de los gobiernos de izquierda en América Latina". En Coloquio Left turns in Latin America. Univesity of British Columbia-Simon Fraser University, 25-27 de Mayo. Vancouver, Canada.

Touraine, Alain (2006) "Entre Bachelet y Morales, ¿existe una izquierda en América Latina?", Revista Nueva Sociedad, num. 205, septiembre/octubre, pp. 46-55, en http://www.nuso.org/upload/articulos/3380_1.pdf.

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