martes, 4 de mayo de 2010

El engaño de los agrocombustibles, hambre para el mundo pan para los coches

A la hora de pensar en un tema económico relevante en la coyuntura actual de América Latina se pueden enumerar muchísimos, en este caso debido al último informe de la FAO que nos dice que el número de personas por debajo de la línea de pobreza ha aumentado y que más de 1000 millones de personas sufren hambre en el mundo nos preguntamos qué ha ocurrido para que el principal objetivo del milenio, reducir la pobreza, no se haya cumplido.
Obviamente podremos encontrar múltiples respuestas a este cuestionamiento pero en este ensayo me gustaría responder relacionando el tema del hambre en el mundo con el problema del modelo de desarrollo que se ha instalado en América Latina en la última década basado en un modelo económico-productivo centrado en las industrias extractivas y agro-exportadoras y a partir de aquí presentar un debate que se está dando actualmente y que tiene que ver con destinar parte de la capacidad productiva agropecuaria de los países al cultivo de los mal llamados biocombustibles, a los que en este ensayo denominaremos agrocombustibles, en línea con la opinión de la Vía Campesina:
No podemos llamarlo ‘programa de biocombustibles’ ni, evidentemente, ‘programa de biodiésel’. Estos términos emplean el prefijo ‘bio’ para dar a entender que la energía en cuestión procede de la ‘vida’ en general. Eso es algo ilegítimo y manipulador. Debemos encontrar un término para cada idioma que describa la situación de forma más exacta, un término como ‘agrocombustible’. Este término se refiere específicamente a aquella energía creada a partir de plantas cultivadas mediante la actividad agrícola. (Vía Campesina citado en Biofuelwatch et al, 2007:4)
Un modelo extractivo-agro-exportador
En la actualidad el modelo de producción capitalista se nos presenta como la generalización de un modelo extractivo-exportador que apunta a consolidar y ampliar aún más las brechas sociales entre los países del norte y del sur, basado en la extracción de recursos no renovables (petróleo y minerales), la extensión del monocultivo (para la producción de agrocombustibles), la contaminación y la pérdida de biodiversidad.
La mega minería, la construcción de mega represas, los proyectos previstos por el IIRSA y prontamente los agrocombustibles (etanol) ilustran a cabalidad esta nueva división territorial y global del trabajo en el contexto del capitalismo actual. (Svampa, 2009:38)
Siguiendo a Svampa y Antonelli (2009) podemos decir que el paradigma extractivista cuenta con una larga y negra historia en América Latina, marcada por la constitución de enclaves coloniales, altamente destructivos de las economías locales y directamente relacionado con la esclavización y empobrecimiento de las poblaciones. Ahora bien, pese a que la explotación y exportación de bienes naturales no son actividades nuevas en nuestra región, resulta claro que en los últimos años del siglo XX, y en un contexto de cambio del modelo de acumulación, se ha venido intensificando la expansión de proyectos tendientes al control, extracción y exportación de bienes naturales a gran escala . Esto porque durante los ´90, la mayor parte de los países latinoamericanos, llevó a cabo una profunda reforma del marco regulatorio, para conceder amplios beneficios a las grandes empresas transnacionales, que ya venían operando a escala global. Dicha reforma fue respaldada por diferentes organismos internacionales (Banco Mundial, BID, entre otros), a fin de facilitar, promover y garantizar el auge regional de este tipo de producción.
Este modelo de producción necesitaba un constante aumento de la productividad provocando un aumento del consumo de energía pese a sus consecuencias. Pero como todos sabemos, el petróleo es finito y está próximo al agotamiento pese a que su demanda continúa creciendo. Esto ha motivado la investigación de nuevas formas de energía denominadas “sostenibles” (energía extraída del sol, del mar, del viento, el hidrógeno) pero está comprobado que éstas no tienen capacidad para mantener el nivel de consumo actual. Por eso el capitalismo se reinventa planteando nuevas soluciones “sostenibles” desde dentro de su lógica de producción y consumo y propone el uso de agrocombustibles, los cuales se vuelven más rentables a medida que aumenta el precio del petróleo. (Del Potro, 2008)
Es de vital importancia preguntarnos entonces por este tema, con el objetivo de responder a los siguientes interrogantes: ¿qué modelo de desarrollo económico queremos para nuestra región? ¿basado en qué tipo de producción? ¿debe destinarse la producción agropecuaria a producir cultivos para generar energía o bien para producir más alimento?
¿Por qué producir agrocombustibles?
En primer lugar, aclaremos lo que se entiende por agrocombustibles: son combustibles líquidos que se extraen a partir de la producción de materias primas vegetales. Entre estos, los dos principales son el etanol, que es un alcohol producido a partir de caña de azúcar, maíz, trigo, arroz o remolacha, entre otros productos agrícolas y alimenticios y el agrodiesel, también llamado biodiesel que es la producción de aceite extraída de la soja, la colza o la palma africana.
Sin embargo, como afirman algunos pensadores que están estudiando el tema, la producción de este tipo de combustibles trae algunas consecuencias negativas ya que requiere de: a) monocultivos a gran escala, en tierras robadas a los bosques y a los campesinos de los países empobrecidos para su sustento; b) semillas transgénicas, alto empleo de agua, fertilizantes y plaguicidas químicos; c) condiciones de trabajo brutales en las plantaciones de caña de azúcar; d) su procesado en plantas industriales emplazadas principalmente en los puertos europeos o norteamericanos. (Del Potro, 2008)
Además, aunque se ha presentado este tipo de modelo productivo como la panacea del desarrollo para los países del sur, en realidad el beneficio económico del mismo, al menos en Sudamérica está controlado por un número reducido de empresas, por lo que resulta difícil pensar que estas ganancias llegarán algún día a las masas de población. A decir de Carrere,
El comercio y la molienda de soja en los cuatro países sojeros de América del Sur (Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia) son dominados por un reducido número de grandes compañías internacionales que manejan el comercio exterior de productos básicos: Archer Daniels Midland (ADM), Bunge, Cargill (las tres con base en los EE.UU. y con el control del 80% de la industria de molienda de soja en Europa), y Louis Dreyfus, de Francia. Aunque estas compañías habitualmente no invierten en el cultivo de soja como tal, su influencia en la expansión del sector es muy importante. Los plantadores de soja a veces dependen de estas compañías de comercio exterior para obtener semillas, créditos y otros insumos. (Carrere, 2006:22)
Contrariamente, en defensa del modelo agrícola basado en la plantación de cultivos para agrocombustibles se ha destacado que este tipo de energía es una energía limpia y que por lo tanto se estaría contribuyendo a combatir el cambio climático, dando trabajo a los campesinos, aumento de las inversiones en investigación y desarrollo destinada a mejorar este tipo de cultivos, fomento de la agroindustria, así como también la conversión de tierras que hoy se encuentran sin explotar o subexplotadas en tierras intensamente productivas, entre otros beneficios.
Al respecto Honty y Gudynas sostienen que
algunos analistas minimizan los impactos ambientales de la expansión de los agrocombustibles sosteniendo que éste se dará sobre tierras que ya están bajo uso agrícola o ganadero. Agregan que existen suficientes tierras mal “explotadas” o mal “aprovechadas” y que si son utilizadas se podrán evitar los impactos en zonas ambientalmente comprometidas como la Amazonia o el Cerrado en Brasil. (Honty y Gudynas, 2007:16)
Agrocombustibles como motor del desarrollo ¿un mito?
Ahora bien, si investigamos un poco más a fondo la cuestión podemos ver que no todo es color de rosa o “verde” en la producción agrícola para agrocombustibles.
1. ¿Los agrocombustibles mitigan el cambio climático?
Al contrario de lo que afirman sus promotores, como Estados Unidos y la Unión Europea, podemos afirmar que esta nueva ola de monocultivos industriales no mitigará ninguno de los problemas existentes y creará nuevos. (Ribeiro, 2007)
Como bien se afirma en el informe de Biofuelwatch et al (2007:8)
la producción de agrocombustibles requiere grandes insumos de combustibles fósiles –en producción de fertilizantes, refinerías y maquinaria agrícola, en transporte–, algo que no se suele tener en cuenta al calcular el posible ahorro de emisiones. Hay importantes indicios de que el ahorro de emisiones que se consiga reduciendo la quema de combustibles fósiles queda anulado por las emisiones, mucho mayores, de la deforestación, el agotamiento y la quema de turberas, los cambios en los usos del suelo, la pérdida de carbono del suelo y las emisiones de óxido nitroso.
Agregando que
La destrucción de turberas es especialmente rápida y extensiva en el sudeste asiático, donde sólo Indonesia cuenta con el 60 por ciento de las turberas tropicales del planeta. Los científicos pronostican que casi todas las turberas desaparecerán en las próximas décadas, principalmente para convertirse en plantaciones, lo cual añadirá 40.000 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera.
La expansión de los cultivos de palma aceitera para fabricar agrocombustibles acelerará, sin duda, este proceso. (Biofuelwatch et al, 2007:9)
A esto habría que agregarle los efectos de la deforestación y del riesgo para el ambiente y los ecosistemas que genera orientar la producción a un modelo de monocultivo. Teniendo presente estos riesgos ya no queda tan claro que la producción de agrocombustibles contribuya a minimizar el riesgo del cambio climático y el calentamiento global.
2. Agrocombustibles y biodiversidad
La extensión de la agricultura intensiva y el método de siembra directa provocan deforestación y desertificación de los suelos lo que produce un deterioro cada vez más significativo de la biodiversidad de la región.
Varios ejemplos de Brasil ilustran la destrucción de la vegetación original del Cerrado. En el estado de São Paulo, por ejemplo, en las regiones de Franca, Araquara, Ribeirão Preto y São Carlos, las estadísticas demuestran que se ha destruido el 85 por ciento de la vegetación original, en gran medida debido a la expansión de las plantaciones de caña de azúcar y soja. El Cerrado es la sabana con más diversidad del planeta y es el hábitat natural de unas 10.000 especies de plantas. Ya se ha destruido más del 90 por ciento de la Mata Atlántica original. La zona que aún sobrevive alberga más de 20.000 especies vegetales (el 40 por ciento de las cuales son endémicas), 55 especies endémicas de aves, 21 especies endémicas de mamíferos y 14 especies endémicas de anfibios, todas ellas amenazadas con la extinción. (Biofuelwatch et al, 2007:20)
En el mismo informe se agrega que
Un estudio de la Universidad de las Naciones Unidas, publicado en 2005 por la NASA, señalaba que el Pantanal, que ocupa parte del territorio de Brasil, Bolivia y Paraguay, se encuentra sometido a una enorme presión por la agricultura, que incluiría plantaciones de caña de azúcar y soja. El Pantanal es la mayor extensión húmeda del planeta y tiene una gran biodiversidad, pues allí viven al menos 650 especies de aves, más de 190 especies de mamíferos, 50 especies de reptiles, más de 1.100 especies de mariposas y 270 especies de peces. En la zona hiberna también un gran número de aves migratorias que en verano se desplazan a Norteamérica.
En febrero de 2007, Global Nature Fund y Ecotropia advirtieron que las licencias para construir nuevas destilerías de etanol en la cuenca del Pantanal conducirán a la destrucción de zonas de la sabana con una gran biodiversidad para dar paso a plantaciones de caña de azúcar, y provocarán una mayor deforestación, erosión del suelo y contaminación de las aguas. Advierten también que el Pantanal está amenazado por la conversión de las tierras altas del Cerrado en zonas de cultivo de soja y caña de azúcar, lo cual genera erosión del suelo, contaminación del agua y un trastorno del ciclo hidrológico del que dependen las tierras bajas del Pantanal. (Biofuelwatch et al, 2007:20)
3. Agrocombustibles y Derechos Humanos
Es importante destacar también, que la mayoría de estos cultivos son organismos genéticamente modificados ya que es necesaria la intervención genética para que produzcan el alcohol o el líquido necesario en menor tiempo y con menores costos de producción, el debate sobre los transgénicos es muy amplio y no lo desarrollaremos aquí pero sí se quiere destacar que este tipo de producción violenta el derecho fundamental a la alimentación, la soberanía y seguridad alimentaria de nuestra región.
En el mundo entero es alarmante la cantidad de hectáreas de producción de alimentos que están siendo sustituidas por la producción de granos que sirven para agrocombustibles lo que conlleva un aumento de los precios de los alimentos provocando que la crisis alimentaria sea cada vez mayor.
Además, en las zonas aledañas a este tipo de producción la utilización de agrotóxicos, plaguicidas y fertilizantes está perjudicando la salud de las comunidades, así como contaminando el agua y el aire de estas regiones. Por lo que no sólo se está violentando el derecho a la alimentación sino también el derecho a la salud y el derecho a un medio ambiente sano.
4. Agrocombustibles, empleo y desarrollo rural
Por lo general se ha argumentado que los agrocombustibles pueden favorecer el empleo en el campo y ser una herramienta para el desarrollo rural. Sin embargo, la producción de agrocombustibles en forma de monocultivos controlados por la industria agropecuaria está provocando que comunidades enteras se vean expulsadas de sus tierras, con frecuencia por la fuerza, para acabar viviendo en barrios marginales urbanos. Y los que se quedan en sus tierras como mencionamos más arriba sufren el riesgo de enfermarse producto de las sustancias tóxicas generadas por los plaguicidas y fertilizantes.
La actividad agroindustrial, en su habitual modelo de monocultivo a gran escala, con utilización obligada de productos agroquímicos (plaguicidas, fertilizantes, etc.) y condiciones precarias de empleo, no mejora las condiciones de vida de los campesinos, ni constituye una opción sustentable para sacarlos de la pobreza. ¿Cómo podría serlo si arrasa con sus recursos y conocimientos tradicionales, si destruye la base de los mismos (su medio ambiente) y los despoja de su soberanía alimentaria, de su futuro? (Boletín del WRM, nº 59, junio 2002 citado en Carrere, 2006:56).
Ante estos cuestionamientos viene entonces la pregunta ¿a quién beneficiaría realmente la producción y el uso de agrocombustibles? En mi opinión a los mismos de siempre, hemos podido ver a lo largo del ensayo que el negocio de los agrocombustibles está bajo el control de las multinacionales energéticas, químicas y petroleras, las transnacionales de la biotecnología y las multinacionales del automóvil. Todo esto se ha ido gestando desde las reformas estructurales de los noventa ante la imposibilidad de los países desarrollados de generar algún sustituto al petróleo.
Siguiendo a Del Potro (2008) podemos afirmar que las transnacionales que controlan el monopolio de la distribución de cereales y el sector de semillas y agrotóxicos, son las productoras de transgénicos cuyo interés principal es controlar las semillas que se emplean en los monocultivos. Por ejemplo, Monsanto controla el 90% de las semillas transgénicas que se plantan en el mundo.
Conclusión: ¿hambre en el mundo y pan para los coches?
Por esta razón es que a mi modo de ver no puede solucionarse el problema del hambre, los pobres están fuera, al margen del ciclo de circulación del capital porque ya ni siquiera su trabajo es necesario para la producción, por cada 100 hectáreas se registra un puesto de trabajo en las plantaciones de eucalipto, dos en las de soja y diez en las de caña de azúcar, a ninguno de los grandes capitalistas les interesa la situación de estas mil millones de almas, es más importante seguir reproduciendo las formas de acumulación del capital.
Como ha quedado demostrado, el avance de la frontera agrícola para agrocombustibles es un atentado contra la soberanía alimentaria, ya que la tierra para la producción agrícola se está dedicando en forma creciente para alimentar los autos de las personas del Norte. Un dato más para tener en cuenta: la cantidad de cereales que se necesita para llenar un tanque con etanol alcanza para alimentar a una persona durante un año.
Este proceso y esta reordenación territorial y productiva, lógicamente aumenta el precio de los alimentos generando más pobreza ya que la gente cada vez necesita más dinero para subsistir. Sumado a esto, la expulsión de los campesinos de sus comunidades que ya no producen lo que consumen sino que tienen que comprarlo. Y a nivel agregado, los países productores de alimentos ahora deben importarlo. Ejemplos: Argentina con la leche y el trigo, México el maíz, entre otros.
Al respecto Honty y Gudynas advierten
Uno de los puntos más discutidos es un posible conflicto entre los cultivos destinados a alimentos y los que se usarán para combustibles. Algunos analistas, varios políticos y muchas empresas han desestimado este hecho, señalando que América Latina cuenta con una disponibilidad de tierras para uso agrícola tan alta, que puede producir tanto alimentos como agrocombustibles. Esta postura minimiza un problema que es real, y que además ignora que conflictos de similares características ya ocurren en la actualidad.
(…) Incluso en naciones de grandes potencialidades, como Argentina, existen distorsiones en el mercado interno de alimentos (por ejemplo, la sojización extrema ha desplazado la ganadería lechera y este país enfrenta restricciones en la disponibilidad de productos lácteos ( Lapitz, 2004). (Honty y Gudynas, 2007:16)
Entonces si estamos comprometidos con la lucha contra la pobreza, el hambre y la desnutrición es importante replantear el modelo de desarrollo productivo de la región poniendo el foco en las necesidades de la población y no en la rentabilidad de las grandes transnacionales.
Algunos gobiernos de la región ya han comenzado a replantearse la idea de desarrollo dominante, será necesario avanzar en la discusión, creación y puesta en práctica de programas que tengan en cuenta un concepto de desarrollo amplio, multidimensional, ecológicamente sustentable y respetuoso de las culturas y costumbres de nuestros pueblos.
En el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010 presentado por el presidente de Ecuador puede leerse la siguiente definición de desarrollo, entendemos el desarrollo como: “la consecución del buen vivir en armonía con la naturaleza y la prolongación indefinida de las culturas humanas”.
Partiendo de concepciones del desarrollo como éstas es que estaremos en mejores condiciones de combatir las miserias que nos acosan, liberándonos de las imposiciones y recetas condicionadas desde el Norte.
Para finalizar dejamos una reflexión de F. Houtart ,
La agroenergía no es un mal en sí y puede aportar soluciones interesantes a nivel local, a condición de respetar la biodiversidad, la calidad de los suelos y del agua, la soberanía alimentaria y la agricultura campesina, es decir, lo contrario de la lógica del capital. En Ecuador, el presidente Correa ha tenido el coraje de detener la explotación del petróleo de la reserva natural del Yasuni. Esperemos que los gobiernos progresistas de América Latina, de África y Asia tengan la misma firmeza. Resistir en el Norte como en el Sur a la presión de los poderes económicos es un problema político y ético. Por lo tanto, denunciar el escándalo de los agrocarburantes en el Sur se constituye en un deber. (Houtart, 2009)
Bibliografía
Biofuelwatch et al (2007) Agrocombustibles - Una revisión crítica de nueve puntos clave. Disponible en http://www.tni.org/agrofuels/agrocombustibles9puntos.pdf [página web consultada el 19/09/09]
Carrere, Ricardo (coord.) (2006) PALMA ACEITERA. De la cosmética al biodiesel. La colonización continúa. Publicado por Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales. Disponible en http://www.wrm.org.uy/plantaciones/material/PalmaAceitera2.pdf [página web consultada el 19/09/09]
Del Potro, Noelia (2008) “Agrocombustibles: energías para mantener vivo el capitalismo disponible en http://www.nodo50.org/lagarbancitaecologica/garbancita/index.php?option=com_ content&view=article&id=166:agrocombustibles&catid=62:lucha-contra-el-hambre-la-fao-isolucion-o-problema-en-defensa-de-la-seguridad-y-la-soberania-alimentaria&Itemid=78 [página web consultada el 19/09/09]
Honty, Gerardo y Gudynas, Eduardo (2007) Agrocombustibles y desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe. Situación, desafíos y opciones de acción. Observatorio del Desarrollo. CLAES. Disponible en http://agrocombustibles.org/conceptos/. [Página web consultada el 19/09/09]
Houtart, François (2009) “El escándalo de los agrocarburantes en los países del Sur” en periódico La Jornada 20 de Septiembre de 2009. Disponible en www.jornadaunam.mx [página web consultada el 20/09/09]
Ribeiro, Silvia (2007) “Agrocombustibles versus Soberanía Alimentaria” en periódico La Jornada sábado 17 de Marzo de 2007 disponible en http://www.jornada.unam.mx/2007/03/17/index.php?section=opinion&article=024a1eco [página web consultada el 19/09/09]
Svampa, Maristella (2009) “La disputa por el desarrollo: conflictos socio-ambientales, territorios y lenguajes de valoración” en De Echave, José, Palacios Panés, Mario y Hoetmer, Rafael (coords.) Minería y territorio en el perú: conflictos, resistencias y propuestas en tiempos de globalización. Programa Democracia y Transformación Global, CONACAMI, COOPERACCION y Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima. Perú.
Svampa, Maristella y Antonelli, Mirta (eds.) (2009) Minería Transnacional, narrativas del desarrollo y resistencias sociales. Editor

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